Capítulo
49: El túnel
(Los
seis amigos comenzaron a recorrer el túnel. Con una linterna
iluminaban el camino. No encontraban nada hasta que llegaron a una
parte en la que tenían que elegir entre tres direcciones distintas).
Nines:
¡mierda! ¿Cuál elegimos?
Javi:
¿lo echamos a suertes?
Rebeca:
sería como echar a suertes nuestro propio destino.
Goya:
igual deberíamos separarnos.
Eric:
no creo que eso sea buena idea, demos permanecer juntos.
Raquel:
yo opto por seguir de frente.
Nines:
pues de frente.
(Los
seis amigos continuaron andando por el túnel. Mientras, Judith
comenzaba a someterse al experimento para poder recibir el poder.
Horas después, se despertó en sus aposentos. Sergio estaba con
ella).
Sergio:
¿cómo te encuentras?
Judith:
mareada. ¿Cuál es mi poder?
Sergio:
es el poder de controlar las mentes de la gente.
Judith:
lo mejor será practicar.
Sergio:
sí, pero dentro de un par de horas, después de que descanses.
(Los
dos se miraron y estuvieron a punto de besarse. Mientras, los seis
amigos consiguieron encontrar una luz al final del túnel y salieron.
Se encontraban en un paisaje precioso, como si el poder de la
organización nunca hubiese llegado allí).
Raquel:
jamás pensé que volvería a ver una cosa así.
Goya:
yo tampoco.
Javi:
¡mirad!
(Javi
señalaba a lo lejos a una persona tirada en el suelo. Todos se
acercaron. Al instante, Rebeca le reconoció: era el hombre que le
salvó de la prisión).
Nines:
está inconsciente. Vamos a ponerle debajo de aquel árbol.
(Los
seis amigos comenzaron a cuidar a aquel hombre que le había salvado
la vida a Rebeca. Mientras, Berta continuaba trazando su plan para
conquistar el mundo de una vez por todas. Pidió que Judith fuese a
verla. Ésta acudió momentos después).
Judith:
dígame.
Berta:
sé que te has enamorado de Sergio.
Judith:
¿cómo…?
Berta:
no preguntes más. Sólo debo decirte que tienes que olvidarte de él,
tú eres una de las futuras líderes del mundo y no debes caer en las
redes de Sergio.
Judith:
¿Sergio no continuará con nosotros?
Berta:
continuará con nosotros en el futuro pero no de la misma forma que
ahora, bajará su rango y será un mero esclavo de nosotros. Él
nunca debe saberlo.
Judith:
¿y si yo se lo digo?
Berta:
le mataré.
No hay comentarios:
Publicar un comentario